¡Qué difícil es arriesgarlo todo cuando todo es tan incierto! Siempre nuestro objetivo como seres humanos es crecer, prosperar, avanzar, pero muchas veces en nuestra vida nos toca perder. El problema no es lo que perdiste, sino cómo lo perdiste.
¿Una mala relación? ¿Una mala amistad? ¿Una mala decisión?…
Existe un hombre en la biblia que lo perdió todo. A nuestro entender fue un hombre desafortunado, un conejillo de indias puesto en una situación en el que Dios sabía su reacción ante tal situación, pero él, (Job), no. Sin embargo, a pesar de haberlo perdido todo y aparentemente resignarse a una vida de miseria y ruina, su fidelidad e integridad lo llevaron a alcanzar aún más de lo que tenía en el principio, y su situación postrera fue 4 veces mayor que la primera.
Nuestra vida no se trata de cuánto tenemos, alcanzamos o perdemos, sino de lo que Dios necesita quitarnos, que no nos edifica ni aporta nada a nuestro propósito, para entregarnos mucho más de lo que tuvimos.
Artemio Muñoz Jr.
Por eso, cuando veas que algo se aleja de ti, déjalo ir. Si ves que un negocio no te resultó, no te amargues ni frustres. Si no has sido impulsado en tu ministerio, no te sientas abandonado por Dios. Antes bien confía, espera, y guarda tu integridad.
El apóstol Pablo dijo:
Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo,
Filipenses 3:8
Podemos entonces tenerlo todo en la vida, pero si no tenemos a Cristo, no tenemos nada.
Si te gustó esta breve reflexión, no olvides darle «Me gusta» y compartirla.