A Cara Descubierta

«Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor. 2 Corintios 3:18

El mundo cada vez está ahogándose en sus deleites y disfrutando del pecado. Hoy en día vemos la tentación a la vuelta de la esquina ofreciéndonos vivir una vida llena de pecados separados de la bendita gloria de Dios.

Cuando Dios habla a nuestra vida nos da una palabra rhema que traerá cambios y transformación que nos llevarán cada vez más a cumplir con nuestro propósito en esta tierra, pero así mismo cuando Dios nos dice lo que hará, Satanás nos manda cualquier cantidad de ataques con el fin de detener y hacer caer en tierra la palabra de Dios y consigo traer un estancamiento espiritual que evite que fluyamos en lo que tenemos que hacer en la obra del Señor. Muchos caen en su trampa creando así una barrera entre Dios y esa persona, entrando en una etapa de velos o máscaras que nos impiden ver la gloria de Dios. De ahí vienen las apariencias que nos hacen ser personas que en realidad no somos, y acto seguido el vivir una vida de doble ánimo que nos hace ser inconstante en nuestro caminar con Dios y aún también se ve afectado nuestra credibilidad como persona.

Ahora bien cuando Jesús murió en la Cruz el velo fue quitado y a través de su sangre podemos tener acceso al Padre de las luces, quien está dispuesto a quitar toda máscara o velo que el mundo nos haya puesto, cabe mencionar también que dichas máscaras no nos hace partícipes de su deidad y su poder y aún el poder estar cerca de él y gozar del bien espiritual. Para poder quitar toda máscara es necesario primero reconocer que estamos ciegos espiritualmente para que Dios venga, entre y nos limpie, de modo de quitar los velos que tenemos. Cuando Satanás nos pone caretas que no forman parte de nosotros automáticamente sufrimos de pérdidas de identidad y nos tambaleamos entre lo que Dios dice que somos y lo que el mundo dice que somos. Y eso trae como resultados decir cosas como: «soy un bueno para nada» «ni siquiera se para qué vivo» » a nadie le importo» y acto seguido el suicidio.

Cuando vemos al Señor su santidad nos cambia, nos limpia y nos purifica y nos hace gozar de su naturaleza divina, pero únicamente seremos dignos de eso si nos presentamos delante de Él con una actitud de transparencia. El error de muchos es querer ser efectivos y estar arriba ministrando sin antes haber pasado por un verdadero nacimiento y por una transformación divina, ignoran la parte en donde impartimos lo que somos. Cuando cometemos ese error no sólo nos estamos afectando a nosotros mismos sino que todo el ambiente en el que estamos, cambia rotundamente creando atmósferas en donde impide que Dios se manifieste.

No podemos cambiar los ambientes y los lugares sin antes cambiarnos a nosotros mismos.

Cuando tenemos el rostro cubierto podemos ver los errores de los demás menos los nuestros. Que bonito es presentarse delante de Dios como un obrero que no tiene de qué avergonzarse. 2 Timoteo 2:15

Mirando a cara descubierta:

¿Qué significa?

El apóstol Pablo quiso decir; mirando sin encubrir nada, con sinceridad, en forma desnuda, sin doblez. No como Adán que se encendió cuando pecó, sino que amparados en la sangre de Jesús, sin escondernos ante Dios el Padre.

¿Qué es lo que nos hace ponernos máscaras e impedir ver a Dios? Los pecados ocultos. Esos son el detonante que hace que no seamos transparentes delante de Dios. Pero la buena noticia es que Dios está dispuesto a perdonar nuestros pecados y así empezar de cero en Él. Cuando nos separamos del Señor debemos de levantarnos y volver a poner nuestros ojos en Él.

Mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor

Cuando nos vemos en un espejo vemos nuestro rostro reflejado en él, pero no sólo debemos de ver nuestro rostro sino que debemos de ver la gloria que fluye de nosotros. No sólo debemos de ver nuestro rostro sino que debemos de ver la gloria del Señor ¿cómo? cuando lo vemos a cara descubierta (sin hipocresía) reconocer nuestra realidad, el mismo Espíritu nos muestra como somos, muestra nuestra condición y si hay algo que cambiar él mismo nos lo hace ver pero sólo si tenemos nuestra cara descubierta.

Hoy muchos ven y dicen ver al Señor en un espejo, pero no se ven a ellos mismos a cara descubierta; es decir, el Espíritu les muestra su pecado pero ellos no quieren reconocerlo. ¿Y cómo somos transformados a su imagen? Mirando en un espejo a Él y a nosotros mismos con sinceridad, reconociendo nuestra condición delante de Él. Cuando no reconocemos nuestros errores, lo que está contaminando nuestra vida; eso sucio nos hace entrar en un pérdida de identidad la cual trae una muerte espiritual creando vacíos interiores que sólo Dios puede llenar a través de su poder transformador.

Quitemos toda venda, quitemos toda máscara y Dios nos hará entrar en una nueva temporada.

¡El velo nos impide ver la realidad!

¿A qué estas esperando? ¡Se libre!

Anuncio publicitario

Publicado por Jossy Martínez.

Con amor eterno te he amado; por tanto te prolongué mi misericordia. Jeremías 31:3.

A %d blogueros les gusta esto: