Por tanto, Jehová el Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco. (1ª Samuel 2:30)
Muchas veces los cristianos tenemos expectativas erróneas por causa de nuestro desconocimiento de la palabra de Dios, es decir, no llegamos a conocer la naturaleza de Dios revelada en su palabra, y nos frustramos al ver que Dios «no nos funciona».
¿Por qué digo esto? Sencillo. Si no conocemos la voluntad de Dios revelada para sus hijos, no sabremos cómo caminar según sus principios, por tanto estaremos expuestos a tropezar continuamente con la misma piedra, caer una y otra vez en el mismo pecado, o vernos envueltos en un estancamiento espiritual que, irremediablemente, nunca nos dejará en el mismo lugar, sino que nos hará retroceder poco a poco, alejándonos más y más de nuestra relación con Dios.
En este sentido, uno de los aspectos más frustrantes para los cristianos es la honra que proviene de Dios para con nosotros. Ciertamente todos queremos ser recompensados y sentir la satisfacción de recibir honra y reconocimiento. En realidad esta es una necesidad humana que no es mala en sí misma, pero llevarla al extremo, o hacer de ella nuestra motivación para servir en el reino de Dios es un error tan grave como común.
Por supuesto que debemos esperar de Dios la recompensa, ese es uno de los aspectos más importantes de nuestra fe, saber que Él «…es galardonador de los que le buscan…», pero Dios es claro en cuanto a sus principios, y el principio de la honra es uno de los más claros. En el versículo del encabezado, Dios revela su voluntad de honrar a su pueblo, pero también la condición indispensable para poder hacerlo: Honrarle primeramente.
Hay multitud de formas de honrar a Dios. Podemos hacerlo con nuestros bienes, con nuestra alabanza, con nuestra adoración, con nuestras palabras, con nuestras acciones, con nuestro sacrificio, con nuestra obediencia, etc. Pero una de las formas de honrar a Dios menos enseñada es LA BÚSQUEDA DE LA SABIDURÍA.
Los sabios heredarán honra, Mas los necios llevarán ignominia. (Proverbios 3:35)
De modo que según el principio de que Dios honra a los que le honran, si los sabios heredarán honra, quiere decir que cuando buscamos la sabiduría que proviene de Dios, no sólo la recibiremos, sino que también recibiremos la recompensa de la honra que proviene de Dios. el libro de Proverbios nos revela a Jesús como «la sabiduría», de modo que anhelar la sabiduría es refugiarnos en Cristo.
Por otra parte, quienes buscan la sabiduría reflejan un carácter aprobado, una madurez que honra a Dios, pues revela la condición de un corazón reverente hacia la majestad y santidad de Dios.
El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza. (Proverbios 1:7)
Así que invito a los lectores a buscar voluntaria y fervientemente la sabiduría de Dios para recibir la recompensa de la honra que Dios tiene preparada para quienes le buscan.