El pueblo israelita entró en un movimiento cuando fueron liberados por Dios a través de Moisés de su esclavitud en Egipto. Esta historia se encuentra en el libro de Éxodo (salida). El problema fue que no todos entraron en la transición a la que Dios quería llevarlos para convertirles en los conquistadores de Canaán. Muchos de ellos cambiaron de lugar, pero no pasaron de nivel; fueron capaces de salir de la tierra vieja, pero no tuvieron la capacidad de entrar en la nueva; sus cuerpos se movieron, pero sus mentalidades no transicionaron de esclavos a personas libres y conquistadores.
Las personas que se mueven, pero no se producen una transición en ellos son las mismas personas, pero en diferente lugar.
El espíritu religioso es capaz de producir movimiento, pero nunca será capaz de provocar una transición al lugar que Dios te llama. Por eso los israelitas que salieron de Egipto no podían recibir el vino nuevo, porque no habían experimentado un cambio de
mentalidad que los preparara para ello.
Hay personas que sólo hicieron un movimiento, están en otro lugar, iglesia o movimiento, pero siguen con su misma fe religiosa, su mismo carácter, sus mismos perjuicios, su misma limitación, la misma pasividad, su misma queja; en definitiva, siguen con su misma mentalidad en la que hay movimiento, pero no transición. Pero hay otros que no importa donde sean llevados por Dios, ya no son las mismas personas, no tienen la misma fe, ni el mismo nivel de oración, visión, pasión, honra, servicio, ni mentalidad, porque hubo una transición a un nuevo nivel de todas ellas.
No te pierdas mi próximo post en el que describiré los aspectos básicos que definen una transición.